Feliz Navidad!!!

Tal vez nadie lea esta entrada del blog, pero que conste que hoy, a las 12 de la noche es el cumpleaños de nuestro señor Jesús.
Sólo quería que quedara una constancia de ello, ya que muchos me preguntaban el significado que tiene la navidad para mi. Pues ahí está.
¡Feliz Cumpleaños Jesús!

Departamento de filosofía barata

Gracias a Francisco Palacios, por "Casi todo sigue igual"...

Este es un comentario que fue escrito una caleidoscópica tarde de no recuerdo que mes, mientras su servidor se encontraba reflexionando en la orilla de un puente peatonal y de tanto mirar lo que ocurria a su alrededor, de pronto le vinieron ganas de escribir mientras recordaba la tonada de una nostálgica canción.


Desde aquí, tengo una suerte de vista panorámica que no había sabido apreciar nunca antes. Desde aquí, mi lugar predilecto para mirar sin ser mirado. Hoy es uno de esos caleidoscópicos atardeceres que a ella y a mi nos encantan, donde el sol toma esa melancólica coloración entre naranja y escarlata. Desde aquí, mi vista sortea y aun sobrepasa insondables edificios, postes de luz, casas, árboles, calles y me doy cuenta de que miro lo mismo de siempre, pero con un enfoque diferente. Aquellas calles, los arrabales, las vecindades ruinosas, los tendederos con su ropa ondeando al viento, las iglesias, las cantinas…”Casi todo sigue igual”.
La vida en esta ciudad se ve muy diferente desde aquí. Los niños juegan en los parques, (las parejas también se dedican al jugueteo), las aves revolotean fatuas, como esperando el momento de volar hacia un nuevo y prometedor horizonte y las personas caminan apuradas, con la prisa propia de quien ha olvidado algo importante. Se miran tamben los eternos puestos de antojitos, chicharrones, dulces, tacos, esas cosas que forman parte de la esencia de la ciudad, y la gente que, según parece, tiene mejores cosas que hacer que mirar el atardecer. Sin embargo yo sigo aquí, mirando todo lo que pasa a mi alrededor, como quien mira una película, perplejo, asombrado de cada imagen que pasa ante sus ojos y apenas si acierto a sonreír, con la calma de quien oye llover y no se moja.

Miro de nuevo aquel sol, delirante e intento perderme en aquel trance lisérgico que me brinda la naturaleza, queriendo (como siempre) que ese momento nunca acabe…pero el tiempo no espera por nada. El sol entre las nubes se dispersa, y de a poco se ven personas que se vuelven a sus casas, a los niños que regresan de los parques (y a las parejas que se quedan), a las aves que regresan a sus nidos. Yo, sin embargo, me quedo a esperar el desenlace.

Ahora la ciudad comienza a tomar un pulso distinto. El tráfico va creciendo a medida que oscurece, o talvez sea que antes no notaba las luces de los autos. Autos de gente que viene y va: personas que regresan a sus casas y otras tantas que apenas salen. Cada auto transportando una historia diferente. El alumbrado publico se enciende y la luna resplandece en aquel lóbrego firmamento, inconcebiblemente ignorada por toda la gente que-al parecer-tiene mucho mejores cosas que hacer que mirar la luna. Incluso con el bullicio, las luces, los ruidos y los silencios propios de una noche de viernes en esta ciudad, me doy cuenta de que no me iría de aquí por nada del mundo.

Aun por la noche me doy cuenta de que todo sigue igual. Que pasaran los años, las alegrías, las tristezas, que (casi todas las tardes) el sol seguirá teniendo aquel caleidoscópico tinte y que cubrirá los edificios, los árboles, las calles, las casas, las vecindades ruinosas, los tendederos, las iglesias, las cantinas…Y que así, después de algún tiempo, pueda hallarme como ahora en este lugar, tomar un hondo respiro, y mientras contemplo uno de esos caleidoscópicos atardeceres que a ella y a mi nos encantan pueda decir de nuevo: “Casi todo sigue igual”

Departamento de Amores Urbanos

He aqui el cuento que inaugura esta seccion...


La Esquina del Graffiti Azul.

“Hoy, parece ser un dia especial. Se ve demasiada gente en la iglesia, todos muy elegantes, todos lucen bien, y (al parecer) a nadie le importa que yo no me santigüe al pasar frente a la iglesia y ni siquiera les importa que yo no asista a esa misa de….realmente no se ni de que, pero debe ser algo grande.
Pero vamos por orden: Baje las escaleras y no había nadie, pero realmente esto no se me hizo muy extraño, al cabo todos estarían en la iglesia, ¿no? En fin, Sali a la calle esperando que ese dia me deparara algo bueno y pensando que en vez de abandonarme al azar yo debería empezar a cambiar mi propia suerte.
No me pareció extraño que el dia estuviera nublado y el cielo se viera gris, un tanto depresivo, como diciendo “no salgas, no salgas”. Mire a toda la gente con enormes chamarras y por un momento pensé en regresar por una sudadera pero en fin, cosas sin importancia. Segui caminando y de a poco comencé a ponerme un tanto alegre, como cuando al fin se cumple algo que se ha deseado desde hace tiempo, talvez inconsciente de que algo me aguardaba ese dia.
Al fin, llegue al metro de la Raza. Entre y me percate de que ahora no había gente en los andenes y pensé que seria buen augurio… Y de pronto me imagine yendo a su casa, invitándola a comer (aunque no tengo nada de hambre) y después escapándonos por ahí, juntos y que el tiempo no importe, como era antes…
Pero –y bien lo dije- eso era antes…”

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Se imagino cantidad de cosas irrealizables y lugares a los que no le daba la gana ir mientras esperaba en el andén. Sentia una inoportuna cosquilla, como una voz dentro de su cabeza que insistia: “Venga, ¿porque no lo haces?”, para después callarse y de nuevo atacar “De todas formas no te atreves…”

Abordo el metro sin saber su rumbo, como había sido su estilo por largo tiempo, pero después decidió ceder a los deseos de la voz, mas que nada para que se callara pero en el fondo (bien en el fondo) estando de acuerdo con ella. Bajó de aquel tren y corrió al andén contrario, con la prisa de quien al no actuar rápido se arrepiente de lo planeado y estando consciente de que su nuevo destino era el mismo de tantas otras veces en el pasado. No tuvo suficiente tiempo para arrepentirse, porque al irlo pensando se encontró de pronto en la salida de la estación Tlatelolco, entre puestos de lonas rosas y gente que queria abordar e ir a sus propios destinos.


“Debería comprarle unas flores” pensó, pero tan pronto lo pensó se avergonzó de si mismo, como quien ha gritado la estupidez mas grande. Caminó con paso tardio pero firme, y aun mas firme en su decisión de no ir a buscarla. “¿para que?”, pensó de nuevo. ¿O era acaso que no la había olvidado? Claro que la había olvidado. Y al olvidarla había logrado lo que muy pocos: Salir ileso de una de las enfermedades mas mortales del mundo: “El Amor”. Nadie podía atreverse a decirle que aun la recordaba. Por mas que tuviera ganas de ir corriendo a su casa, tomarla de la mano, comprarle un gran helado y besarla, no eran mas que eso, ganas. Ganas y no recuerdos. ¿Cuál era la relación tan extraña que sostenían las ganas y los recuerdos? ¿Era suficiente pretexto para que una cosa llevara a la otra? En todo eso pensaba, cuando llego a un área de juegos que estaba (inconvenientemente) enfrente del edificio donde ella vivía.

Lo pensó por un rato y calculó que si ella se asomaba a su ventana, bien podría verlo. Y aún así, con esa desfachatez y con una incipiente actitud de “no me importa”, se sentó en uno de aquellos columpios pintados de colores y empezó a mecerse con la vista fija en la ventana, esa ventana tan frágil… su ventana.

Hacia tan solo unos cuantos meses desde esos días en los que el lanzaba piedras a su ventana para que ella saliera y se fueran juntos a caminar entre las jardineras, a correr tomados de la mano por el puente de concreto y por la plaza de las tres culturas, y de vez en cuando a darse una que otra escapada a la alameda central.

¿Cuándo volverían aquellos días? ¿Volverían? ¿Cuál era el tipo de obsesión malsana que lo hacia querer volver atrás, a esos días de helados, besos y caminatas al atardecer?...Lo pensó, lo pensó y miró a la ventana: Tan lejos y tan cerca.

Se imaginó aventando una piedra a su ventana, como antes… Despues se imaginó cambiando aquella piedra por un ladrillo que destrozara su ventana asi como ella le habia destrozado el corazón… ¿Pero que clase de cursilerías estaba pensando? ¿Corazón? ¿El? ¿El mismo que se propuso no enamorarse de nadie y lo había cumplido?... Hasta que llegó ella…

Llegó justo cuando el mas la necesitaba. Llegó frágil, ligera, incontrolable… así como esa lluvia que comenzaba a caer del cielo. Lo pensó bien, y no supo quien había llegado a quien… El caso era que se habían encontrado en el momento justo… Aun lo recordaba y era uno de esos recuerdos que negaban su naturaleza celosamente. Una de esas cosas que no podía olvidar…
…Todo empezó aquel martes al salir de la escuela. Ella al fin había aceptado que el la acompañara a su casa. Llevaban varios días coqueteando, insinuándose cosas, pero ninguno esperaba que el dia llegara tan pronto… Y es que Silvia le gustaba tanto… era delgada, alta, la piel blanca, y el cabello rojizo… y una mirada lasciva e intrigante. Hablaron mucho en el camino, no dejaban de hablar, ni de mirarse… Al salir del metro, Silvia lo tomó de la mano y corrieron. Corrieron hasta llegar a aquella esquina con el enorme graffiti azul, donde se dieron el primero de los muchos besos que se darían allí mismo…


Se quedo un buen rato con la vista fija en aquella esquina, como para mitigar su melancolía que iba en aumento desde hacia un buen rato…

Tan fija estaba su mirada en la esquina, que apenas si se dio cienta de que alguien doblaba…

Tan distraído estaba recordándola, que apenas si reparó en la pícara sonrisa de Silvia.

Fue cosa de un instante… Pensó en muchas cosas. Pensó en ir, tomarla de la mano, darle un beso largo y profundo, decirle “Te amo”…Ser feliz de nuevo… Con Ella.

Pero todo eso fue a la basura cuando se dio cuenta de que Silvia no estaba sola. Un tipo alto, fornido, moreno y con el cabello pintado de rubio doblaba la esquina para recargar a Silvia justo en la pared del graffiti y darle un beso que a el, a Pedro, le pareció francamente asqueroso. Y justo en esa esquina, que el había pensado que sería “Su lugar”. Solo de Silvia y suyo…


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“Me levante del columpio y huí de ahí, sin ser visto. Con el orgullo y (aunque me duele aceptarlo) el corazón herido, no quería saber más de las mujeres…
No de las que ya conocía, al menos”.

No excederse es distinguirse


Si. Asi rezaba el anuncio que fue colocado en Junio de 1996, sobre la glorieta de vaqueritos (Un lugar bastante conocido y centrico) al sur del Distrito Federal: Antes de eso, nunca habia pasado algo asi en la ciudad de México : Un anuncio que no anunciaba NADA.


La Obra fue realizada por un tal Victor Ortega en coautoría con Mauricio Ortiz, y consistia en un anuncio espectacular con dimensiones de 720 X 1290 cm. Ademas, contaron con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, México. El planteamiento básico de este proyecto fue llamar la atención sobre la hipocresía y el permanente doble discurso del medio usando el mismo lenguaje del medio espectacular , donde en letras diminutas se pide evitar el exceso y en letras grandes y fotografías vistosas se invita a procurarlo en alcohol, tabaco, las más diversas golosinas y claro, en carne femenina.

La pieza consistio en una secuencia gráfica en la que los elementos se iban incorporando y transformando en el mismo soporte hasta alcanzar su propia autodestrucción, etapa final que asumieron con mayor eficiencia, y superando todas las expectativas, las de sus autores y al final, las de las autoridades delegacionales quienes decidieron clausurar la obra antes de su natural culminación.


El primer cuadro, que duró dos semanas en el sitio, abordó el asunto de las dimensiones y las proporciones: fondo verde, una foto tamaño natural de la modelo desnuda en posición anatómica –parada de frente con los brazos a los lados–, y acotaciones de estatura ( 1.60 metros ) y tamaño del espacio ( 12.90 x 7.20 metros ).


Al segundo cuadro, que duró una semana más, sólo se añadió en rojo la leyenda

“No excederse es distinguirse”.


Para el tercer cuadro, al lado de lo anterior se colocó una foto ahora sí tamaño espectacular de la modelo dormida, y con dos puntos se cambió el sentido de la frase a lo que se entiende como el verdadero fin de todo anunciante:

“No: excederse es distinguirse”.


El cuadro final y, a la larga, polémico y censurable consistió en añadir una foto de siete metros de altura donde la modelo parecía salirse del cuadro bailando alegremente. Las palabras se fragmentaron, de algunas letras quedaron nada más los contornos y otras cambiaron de color para terminar leyéndose:

“Ceder es extinguirse.” “Irse”.
Esta obra sentó un precedente en la historia del arte pop en México, al aventurarse en el terreno del arte masivo y al hacer algo que hasta ese día nadie había hecho tan descarada e inteligentemente :burlarse del discurso del medio utilizando sus propias armas.


P.D.: Traté de conseguir las fotos de las diferentes posiciones de la obra antes mencionada por el internet, pero solo consegui la fotografia del trabajo terminado, misma que puede apreciarse arriba.

Mas vale prevenir...

Ahora si, a subir mis cuentos!! Algunos derechos reservados. Denle al link.


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