Departamento de filosofía barata

Gracias a Francisco Palacios, por "Casi todo sigue igual"...

Este es un comentario que fue escrito una caleidoscópica tarde de no recuerdo que mes, mientras su servidor se encontraba reflexionando en la orilla de un puente peatonal y de tanto mirar lo que ocurria a su alrededor, de pronto le vinieron ganas de escribir mientras recordaba la tonada de una nostálgica canción.


Desde aquí, tengo una suerte de vista panorámica que no había sabido apreciar nunca antes. Desde aquí, mi lugar predilecto para mirar sin ser mirado. Hoy es uno de esos caleidoscópicos atardeceres que a ella y a mi nos encantan, donde el sol toma esa melancólica coloración entre naranja y escarlata. Desde aquí, mi vista sortea y aun sobrepasa insondables edificios, postes de luz, casas, árboles, calles y me doy cuenta de que miro lo mismo de siempre, pero con un enfoque diferente. Aquellas calles, los arrabales, las vecindades ruinosas, los tendederos con su ropa ondeando al viento, las iglesias, las cantinas…”Casi todo sigue igual”.
La vida en esta ciudad se ve muy diferente desde aquí. Los niños juegan en los parques, (las parejas también se dedican al jugueteo), las aves revolotean fatuas, como esperando el momento de volar hacia un nuevo y prometedor horizonte y las personas caminan apuradas, con la prisa propia de quien ha olvidado algo importante. Se miran tamben los eternos puestos de antojitos, chicharrones, dulces, tacos, esas cosas que forman parte de la esencia de la ciudad, y la gente que, según parece, tiene mejores cosas que hacer que mirar el atardecer. Sin embargo yo sigo aquí, mirando todo lo que pasa a mi alrededor, como quien mira una película, perplejo, asombrado de cada imagen que pasa ante sus ojos y apenas si acierto a sonreír, con la calma de quien oye llover y no se moja.

Miro de nuevo aquel sol, delirante e intento perderme en aquel trance lisérgico que me brinda la naturaleza, queriendo (como siempre) que ese momento nunca acabe…pero el tiempo no espera por nada. El sol entre las nubes se dispersa, y de a poco se ven personas que se vuelven a sus casas, a los niños que regresan de los parques (y a las parejas que se quedan), a las aves que regresan a sus nidos. Yo, sin embargo, me quedo a esperar el desenlace.

Ahora la ciudad comienza a tomar un pulso distinto. El tráfico va creciendo a medida que oscurece, o talvez sea que antes no notaba las luces de los autos. Autos de gente que viene y va: personas que regresan a sus casas y otras tantas que apenas salen. Cada auto transportando una historia diferente. El alumbrado publico se enciende y la luna resplandece en aquel lóbrego firmamento, inconcebiblemente ignorada por toda la gente que-al parecer-tiene mucho mejores cosas que hacer que mirar la luna. Incluso con el bullicio, las luces, los ruidos y los silencios propios de una noche de viernes en esta ciudad, me doy cuenta de que no me iría de aquí por nada del mundo.

Aun por la noche me doy cuenta de que todo sigue igual. Que pasaran los años, las alegrías, las tristezas, que (casi todas las tardes) el sol seguirá teniendo aquel caleidoscópico tinte y que cubrirá los edificios, los árboles, las calles, las casas, las vecindades ruinosas, los tendederos, las iglesias, las cantinas…Y que así, después de algún tiempo, pueda hallarme como ahora en este lugar, tomar un hondo respiro, y mientras contemplo uno de esos caleidoscópicos atardeceres que a ella y a mi nos encantan pueda decir de nuevo: “Casi todo sigue igual”

1 Dejaron su comentario:

Anónimo dijo...

Vaya me transportaste a es lugar, de vdd que casi podia ver cada elemento que describes, me agrado mucho y que decir... es muy cierto que no tomamos el tiempo de apreciar las cosas simples de la vida lo que siempre esta ahi y solo es ignorado.
Pero bueno siempre hay algo o alguien que nos hace recordar que lo mas bello es eso que esta justo frente a ti.
sigue asi Mushasho, y cuidate mucho